miércoles, 24 de junio de 2015

PREGÓN SANJUANERO DE VERDIALES 1999, por Mariví Verdú

PREGÓN SANJUANERO DE VERDIALES
Venta Cárdenas  (Santo Pitar)
23-24 de junio de 1999


Buenas noches tengáis todos.
¡Qué malagueño está el aire
por esta Venta de Cárdenas,
por los Montes de Comares!

Quiero pedirles a ustedes
permiso para brindarles
este pregón a mi tío,
a Gabriel González Sánchez,

a mi tía María Teresa 
que no está y en paz descanse,
y a los que me dan la vida:
a mis hijos y a mis padres.

Tengo que darles las gracias
a unos hombres especiales
que antes que yo pregonaron
haciendo esta fiesta grande,

recuperando lo nuestro,
cuidando que no se acabe:
Antonio Beltrán Lucena,
puntal, hierbabuena andante,

amigo Paco Padilla
que yo apodo "El Entrañable"
porque ha sido mi padrino
y en el flamenco mi padre.

Ángel Montes, adoptivo,
gaucho puro y honorable,
Manolo y Andrés Jiménez,
Paco Parra...nombres claves

a quienes hoy les debemos
esta fiesta memorable
en la que yo dejaré 
un poquito de mi parte.

Dicen que es fin de un milenio
y más placer no me cabe
al poder saborearlo
de fiesta con los cabales,

los que dicen como yo:
¡viva Málaga y el arte
que tiene esta tierra nuestra
cuna de los verdiales!.

Entre hachones encendidos
más fácil la voz me sale
porque el fuego me transporta
hasta la luz de mi sangre,

a las profundas raíces
de los viejos rituales,
al fondo de tradiciones
y misterios terrenales,

a esos tiempos que me llevan 
a costumbres ancestrales
de culto mágico al fuego
que fuera del cuerpo arde.

Ningún animal posée
tan bellas habilidades
como el hombre y la mujer...
¡magia de los pedernales!.

Luz y calor en la gruta,
alma y copa en los hogares...
fricción de las ramas secas, 
adoración de mortales.

Símbolo de un mito griego,
mediterráneas deidades,
antorcha para los juegos,
sacramento en los altares,

leyenda de Prometeo
que hasta nosotros llegase,
y que seguimos cantando
por mucho tiempo que pase.

Fuego es el signo visible
de combustión en el aire,
de dos cuerpos que el amor
hace morir y quedarse.

 ¡Echémosle leña al fuego
para que nunca se apague
y que siga en erupción
el amor en sus volcanes!

Que sea grande la hoguera
igual que un faro constante
para iluminar al mundo,
que queme lo que no vale,

que sea una mariposa
purgando penas andantes
y una luciérnaga inmensa
que al mal espíritu espante.

Nos traiga todo lo bueno
y nos ahuyente los males,
remataremos al Júa
cantando por verdiales.

Esta noche de San Juan
quiere luz para alumbrarse,
quiere la canción y el verso,
dejar el silencio aparte.

Quiere mantener al mundo
despierto, sin acostarse,
como si la noche corta 
más corta fuera a quedarse

empalmando día con día
en un sueño de ideales,
adornando este solsticio
con auroras boreales.

Es la noche de San Juan
de las noches estivales
la más cortita del año
y junta el sol de la tarde

con sol pequeño de hogueras
que por las orillas arden,
desde Maro a La Caleta
de Sabinillas al Carmen.

Y están las damas de noche
locas ya por entregarse
al mundo de los perfumes
que aroman, al  Sur, las calles.

Las perillas están dulces,
las brevas rayás, la carne
como Venus y Neptunos
que salieran de los mares.

Mi corazón malagueño
tan fuera de mi se sale
cuando digo lo que siento
teniendo amigos delante...

Y es que me gusta mi tierra,
mis raíces verdiales:
mágia de una esencia viva...
Málaga,¡cuna del arte!

Agua y vientre de poesía,
teta donde el genio mame,
pura raíz de raíces,
pura flor, puro ramaje.

Málaga adorna la vida
con el color, con el cante,
con esta música añeja 
de violines magistrales,

de platillos y panderos,
de lazos fundamentales
que cuelgan de los sombreros,
de los redondos rosales.

Entremedio de las rosas
se reflejan los metales
bruñidos, los espejuelos
que quieren comunicarse.

Reclamos para la Fiesta
por  los cerros y lagares
para que acudan fiesteros
al sol de los verdiales.

...Dios mío ¡qué buena herencia
la me ha dejao mi madre,
la que me dejó mi abuelo
José González González!,

un buen amante del vino,
de la guitarra y del cante,
cuando calentaba cuerdas
se abandolaba el levante.

Hija y nieta de los Montes,
de Jotrón, de los lagares,
nací a la orilla del mar 
más bonito de los mares.

Málaga en mis genes llevo
y del alma se me sale
porque soy la rama viva
verde que en su tronco nace.

Y me gusta lo que es mío,
lo que es nuestro, lo que vale
y no existen los dineros
que el precio pueda pagarle

a esta manera de ser, 
de estar, de comunicarse,
a esta historia y a esta gracia
que Dios quiso y supo darle.

Málaga, tierra bendita
que me duele y que me place,
que es Virgen y que es Victoria,
luz azul, pureza y cante.

Y es que la llevo metida
en la masa de mi sangre,
alta, como una bandera,
cercana, como una madre.

Málaga me tira tanto,
tanto que no se explicarles
lo que pasa en mis adentros,
lo que adentro no me cabe

porque...vivo por su amor,
Málaga de mis cantares,
donde azulean las estrellas 
y es la luna de azahares.

¡Qué tibio olor a salitre,
qué tardes primaverales!,
y qué orgullo este, tan nuestro,
de ser de todos y nadie.

La vida me dio la suerte
de respirar este aire,
de poderlo compartir
con amigos tan cabales.

¡Viva Almogía y los Montes,
Santón Pitar y Comares,
viva por siempre la Fiesta
y el Partío de Verdiales!

¡Viva esta hoguera de fuego,
viva mi tierra y su cante¡,
San Juan de la noche corta...
¡Málaga y su cielo grande!


 María Victoria Verdú